En la foto pequeña que los taxistas cuelgan como un talismán del espejito, en el mural pintado bajo una recova o el póster barato comprado sobre un puente, viste ese año la cara del hombre sin brillo, la cara sin brillo con su sonrisa helada. En la mirada de los burócratas nostálgicos que caminan al atardecer entre la multitud por las calles en torno del palacio vacío, en la voz de los vendedores de baratijas y el humo de los fumadores silenciosos, viste la cara y viste también a esos hombres siguiéndola hechizados igual que un niño que mira en un vaso las hojas lentas de té. La viste en calcomanías, tatuajes y remeras ese año, y pensabas en algo, en alguien. En quién o en qué: es lo que ahora no podés recordar.
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El hombre que oculta el brillo y cultiva la…
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En la foto pequeña que los taxistas cuelgan como un talismán del espejito, en el mural pintado bajo una recova o el póster barato comprado sobre un puente, viste ese año la cara del hombre sin brillo, la cara sin brillo con su sonrisa helada. En la mirada de los burócratas nostálgicos que caminan al atardecer entre la multitud por las calles en torno del palacio vacío, en la voz de los vendedores de baratijas y el humo de los fumadores silenciosos, viste la cara y viste también a esos hombres siguiéndola hechizados igual que un niño que mira en un vaso las hojas lentas de té. La viste en calcomanías, tatuajes y remeras ese año, y pensabas en algo, en alguien. En quién o en qué: es lo que ahora no podés recordar.